Biografía de José Cestero
Pintor Dominicano, nace en Santo Domingo en 1937. Dibujante y pintor, estudió en la Dominicana (ENBA), graduándose en 1954. Cestero fue un discípulo aventajado de los maestros Joseph Fulop, Gilberto Hernández Ortega y José Gausachs. Un año más tarde, parte a Estados Unidos, país en donde amplia sus conocimientos, siendo considerado uno de los mejores dibujantes del país. En 1960 regresa a República Dominicana y después de la liquidación de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, Cestero une su talento creativo al de los artistas plásticos Silvano Lora, José Ramírez Conde, Iván Tovar y Ada Balcácer; formando con ellos el grupo vanguardista denominado 'Arte y Liberación'. Ha ganado varios premios dentro y fuera del país, ha participado en múltiples exposiciones internacionales, como el XVII Festival Internacional de la Pintura Chateau Musée de Cagnes-Sur-Mer, Francia y la 1° Bienal de Artes Gráficas Italo-Latinoamericana, en Roma. 1 2
Exposiciones
Colectivas (Santo Domingo, R. D.)
2004 'Pinturas Tropical Pinta su País'
2003 'Pinturas Tropical Pinta su País
2002 'Refranero Dominicano', auspiciado por el Banco del Reservas
Individuales (Santo Domingo, R. D.)
2005 'Andanzas del Quijote', Dominicano (MAM)
2005 'Homenaje y Paisaje', Embajada de Francia
2001 'Seis Caras', Galería de Arte El Espacio
2000 'Dos Caras' Galería de Arte El Espacio
1999 'Diez Caras' Galería de Arte El Espacio
CESTERO Y LAS ANDANZAS DEL QUIJOTE
EN LA VIII FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
Las andanzas del ingenioso hidalgo Don Quijote y de su escudero, Sancho Panza sirven de pretexto al hábil dibujante y pintor dominicano, José Cestero, para recrear las escenas prodigiosas del archifamoso manchego que retratara Cervantes desde hace ya cinco siglos.
Desde entonces, la fascinación que ha ejercido la figura del Quijote sobre artistas, poetas, filósofos y artesanos de toda latitud sólo es comparable a la abundancia de imágenes que deambulan por el mundo proclamando sus ansias de amor, felicidad y libertad. Quijote, decía Cervantes, “era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza” .
Las emociones del ser humano no cambian. Los juicios del Quijote abarcan casi todo el espectro humano de esas emociones, que serán siempre las mismas. José Cestero advierte el hecho y en su trazo traduce esas emociones. Ahí están los temores, el asombro, las palpitaciones jadeantes de Rocinante, la mirada aparentemente ligera y, sin embargo, filosófica de Sancho Panza.
La moralidad, esa insigne bandera de El Quijote, se alza contra vientos contrarios en estos lienzos con sobrada prominencia y la proclama la rectitud de la figura, la atenta lanza, la determinada dirección con que encamina sus pasos el cabalgante.
El óleo resbala de los pinceles de José Cestero con sinuosas precisiones y lo que es flaqueza se transforma en poder. El poder de la voluntad, el esfuerzo inquebrantable, el indomable espíritu, la brillantez del juicio ante lo absurdo. La picardía y el humor acre del Quijote también se dejan sentir en ese hombre que vivía sólo. Y ese aspecto de la soledad y de la búsqueda insoslayable del amor se marca en cada trazo con singular pasión.
La pintura de José Cestero es parte de un juego intencionalmente irónico en el que se vislumbra de inmediato la suspicacia y lo ridículo de un mundo en el que predomina la hipocresía y donde los valores han sido invertidos o pervertidos por las altas instancias del poder.
Todo lo mira este formidable creador bajo el escrutinio voraz de la ironía. Puede ser la ciudad, la religión, el Congreso Nacional o el arte mismo.
Los rostros, severos, compungidos o acuciosos, ocultan siempre un malestar o un desatino, transitan los linderos de la locura o del vértigo, se refugian en su propia podredumbre o en su propio miedo. Pero José Cestero es un artista sutil, incisivo, diestro. Todo es cuestión de medida y en eso consiste precisamente su sapiencia pictórica.
La parodia visual (a lo Quevedo, a lo Cervantes, a lo Pierce) y la pícara mirada de José Cestero recomponen de esta manera el mundo. Lo extravagante, lo feroz y lo convulso se hace más digerible en sus imágenes que son siempre salpicadas de un humor acre o socarrón, que a veces se acerca a la caricatura. Es la suya, probablemente, la mejor representación visual del grave desenlace de la Comedia Humana.
PORTADA