Pese a que nuestro país no es tierra de escultores, debido a los pocos artistas que incursionan en este esforzado y riguroso lenguaje plástico, los pocos que existen son de una calidad sobresaliente, como lo es el caso de José Ramón Rotellini.
Después de graduarse en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en 1963, viaja a España para perfeccionar sus conocimientos y brindarlos no sólo como artista, sino como docente. Su expresión escultórica es de diáfana volumetría aunada a una bella armonía en sus líneas y acabado, sin jamás caer en lo meramente decorativo del trabajo artesano; sino que en sus piezas se puede apreciar cierta veta fantástica y surreal, por lo que su obra es bien ponderada entre críticos y coleccionistas.
|
|